*Muchas veces en la calle recibimos múltiples volantes ofreciendo diversos productos y servicios.Se ha preguntado ¿qué siente el sujeto que te lo está pasando?, yo realizé este trabajo y éste es mi testimonio.
A mi me encanta desarrollar actividades en donde uno tenga que relacionarse con semejantes, con personas.Es por eso que cuando me ofrecieron volantear para un conocido preuniversitario acepté, sin pensarlo dos veces.Podía así llevar a cabo una acción de mi agrado.
Llegó el día indicado para el inicio de la función citada.Me presenté en el lugar indicado y allí conocí a mi compañera de labores, Fernanda, que, por suerte, resultó ser una persona agradable de interactuar con ella.Nos pasaron un bolso con los folletos a repartir y la polera.
Nuestro primer colegio fue el Liceo Oscar Castro, arribamos a el con 50 minutos de anticipación, aproximadamente.Nos pusimos a ordenar el material y a hacer hora cuando la tranquilidad en el ambiente se ve interrumpida por risas, gritos y garabatos irreproducibles.Eran los del Industrial que venían en patota, habían unos 40, rumbo a la Plaza de los Héroes -ya todos sabemos el resultado de ésta marcha-.Pensamos que podiamos ir a repartir un rato a la Plaza, cuestión que llevamos a cabo.Pero, al final, decidimos regresar a nuestro punto por la batahola producida entre el Industrial y los del María Luisa Bombal.Sólo se repartieron no más de 3 volantes.
Ese fue el iniciodel peregrinar por diversos colegios de Rancagua y en donde pude comprobar en vivo y en directo la indiferencia que existe hacia tu semejante.La mejor frase que resume lo anterior es "no estoy ni ahí con el otro".Ofreciamos los volantes a las diversas personas que pasaban por el lado, algunos lo aceptaban y otros no.No hay ningún problema en eso, el dilema, creo yo, está en que habían sujetos que te dejaban con la mano estirada sin ninguna respuesta de ellos - el no gracias le costaba mucho decir, al parecer-.
Sin duda alguna, durante esos 6 días nos pasaron cosas, escenas memorables.Una de ellas ocurrió cuando ibamos camino al Instituto Inglés, en Cachapoal.Le ofrezco un folleto a un alumno de éste y me dice, con una espontaneidad envidiable, "no, no tengo futuro".Será broma o cierto, sólo él lo sabe, pero nos sirvió para reirnos un rato y enfrentar esa jornada laboral, con un calor infernal, con un poco más de ánimo.
A veces en la vida los más entusiastas son aquellos sujetos que no cumplen las características del público objetivo del producto ofrecido.Eso nos pasó a nosotros en la gran mayoría de las partes:se supone que un preuniversitario está enfocado a la Educación Media.Sin embargo, los que más pedían volantes eran los niños de la Básica e incluso kinder.Para el futuro, pensaba yo.
En fin, resultó una experiencia agradable y enriquecedora, no por el factor económico, sinoporque me permitió conocer un poco más a la fauna humana, una que en la gran mayoría de los casos es fría y cruel.
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