miércoles, 7 de octubre de 2009

Carta abierta a los cuatro candidatos presidenciales

*Nuestro colaborador habitual, Horacio Flores, les escribe a los 4 candidatos presidenciales sobre los adultos mayores, su grupo etáreo. Puede ser una petulancia dirigirse así a los ciudadanos que están dispuestos a asumir los indiscutibles sacrificios, desafíos y renuncias que significa estar al frente de la nación chilena. Pero puedo estar tranquilo, cada uno de ellos tiene un comando que lo protege de los inoportunos y le evitará el desagrado y la pérdida de tiempo de leer esta carta. He estado diciendo a mis amigos que no nos corresponde preocuparnos por el resultado de las próximas elecciones presidenciales. Todos los candidatos pronuncian atención, preocupación y beneficios para los adultos mayores. La respuesta ha sido uniforme, personalmente, por teléfono y uno me la gritó desde la vereda de enfrente “este tonto aún cree en el Viejito Pascual”. El vocablo tonto es una corrección mía, se usó un sinónimo de discutible elegancia. Una señora, leída y letrada ella, me dijo – "Estoy segura que estos caballeros no tienen ni un mínimo conocimiento de los viejos". Horrorizado empecé mi discusión tienen que tener información actualizada de primera. Información minuciosa en nuestra condición de electores y que ofrecimientos podemos estar esperando, pero, conocimiento íntimo manejado más por corazón que por el cerebro. Ocurre que, ni siquiera nosotros, los viejos, nos ponemos de acuerdo en qué es ser adulto mayor. ¿Qué es ser adulto mayor entonces? Ser adulto mayor es un estado, no un sentimiento. Si se cumplieron sesenta años de edad se es adulto mayor. Esto es indiscutible, quienes proclaman: “no me siento adulto mayor”, no se sienten pero lo son. La declaración “no me siento” es maravillosa, que bello sería que todos pudiéramos hacerla porque implica, vigor físico y anímico, voluntad por y para continuar vigentes en la vida realizando cosas. Poseen lo que se describe como BUENA CALIDAD DE VIDA. Este tipo de adulto mayor, curiosamente, está presente entre los que poseen buen, mediano y precario estado económico y, asómbrense, buena, regular o mala salud. La energía interior y objetivos que tener en mente y entre manos son la explicación. Luego está el grupo, mayoritario, que acusa el desgaste de los sesenta años vividos. A estos se agrega el grupo que sufre enfermedades, incurables algunas, como la diabetes y la hipertensión arterial; padecimientos digestivos, períodos depresivos y otras tratables, con recidivas. Curiosamente, podríamos presentar a los señores candidatos un par de adultas mayores de este grupo con BUENA CALIDAD DE VIDA. El hecho de haber cumplido sesenta o cien años no da derecho a intentar meternos a todos en un mismo saco. Ampliando la idea, los seres humanos, de ninguna edad, estamos para que nos metan en sacos y, por asociación de ideas, tampoco en plataformas. Hace algún tiempo escuché: “Mayoritariamente los adultos mayores pertenecen a nuestra plataforma electoral”. Las plataformas son muebles o inmuebles destinos a pararse encima de ellos, a ser pisados y pisoteados. De este dicho no estoy acusando a ningún candidato ni a su grupo de apoyo. Fue un politiquito de por ahí. La tercera edad desconfía de los políticos Señores candidatos, un muy alto número de adultos mayores desconfían y está desilusionados de la clase política. De toda la clase política. Una declaración: Suelen tener más de una lengua y los hay superdotados en la posesión de varios órganos gustativo-parlante unido a una memoria prodigiosa capaz de olvidar de inmediato. La prueba: Todos los adultos mayores conocimos en la cercanía de 1950 el nacimiento de una ley que gravaba las compras y servicios en 1,5% por un plazo fijo, ¿tres años? –o- ¿eran cinco? Con la finalidad de reconstruir los daños del terremoto de Chillán. Cumplido el plazo esperamos, -éramos ciudadanos en plena actividad,- el término de la ley. No más IVA, esa era la palabra que nos habían dado. Los señores con muchas lenguas de aquellos tiempos no cumplieron el compromiso, declararon la ley como permanente y la aumentaron a un 3%. Se había creado una vaquita que ya es una robustísima vaca 19% a cuyas tetas vemos pegada una clase mamona que envidiamos. ¿Por qué ellos si y otros no? Gran parte de la lucha política podría estar centrada en defender o quitar la posesión de la vaca. ¿Clase mamona? Todos conocemos que dan vuelta su vida en cargos de nombramientos o votaciones. Cuando pierden una elección o no alcanzan posesión de cargo son asesores. Siempre cerquita de la vaca. Estas libaciones disminuyen la finalidad expresa de la existencia de la vaca: El bien común dirigido a corregir la pobreza y mejorar la salud y la educación. Los defensores del actual estado de cosas, respetables idealistas unos, allegados al círculo mamón otros, van a argumentar lo que se ha realizado con el producto de la vaca, los adultos mayores lo vemos y reconocemos, no somos ciegos ni obcecados, también vemos lo otro y lo consideramos motivo de urgente rectificación Un candidato, el menor, rezuma inteligencia, derrocha simpatía y magnetismo, tan jovencito y ya maneja el ambiguo y engañoso verbo político como un maestro. Cuando le escuchamos la frase –REFORMA TRIBUTARIA- tenemos que oír. ALZA DE IMPUESTOS- Más gordura para la vaquita o el nacimiento de una acompañante. En la práctica, los afectados por la REFORMA trasladarán a la colectividad su cancelación y aquellos que no puedan hacer el traspaso cesarán en esas actividades, lo que creará más cesantía. Un muy alto porcentaje de adultos mayores necesitamos mejoramientos de pensiones y no alzas de impuestos, por muy disimulados que estos nos lleguen. Durante todos estos últimos años se ha expresado, con mucha publicidad gran interés por el adulto mayor. En muchos organismos gubernamentales hay funcionarios hablando de y por nosotros. No hemos escuchado nunca a ninguno de ellos prepararnos para la vida adulta, entregar a los adultos activos conocimientos que por ahora algunos llegamos a tener años después de haber cumplido los sesenta. Esos conocimientos debieron habernos llegado a los cincuenta años. Son temas sencillos, básicos, algunos podrán decir: -lugares comunes- pero en realidad marcan la diferencia entre BUENA Y PRECARIA CALIDAD DE VIDA. Es la aceptación, o por lo menos el convencimiento que tendremos que terminar aceptando algunas disciplinas. Entre varias recordamos disminuir el consumo de sal, rechazar el consumo de frituras, beber más agua, no fumar, no excedernos en el consumo de alcohol, respirar profundo varias veces al día, evitar pasar el día sentados, realizar actividades que ocupen manos y mente. Tomar los remedios que tenemos indicados y no experimentar con otros por nuestra cuenta. Esta es una simple enumeración. Conocimiento de situaciones que puedan afectarnos. La soledad cuando todos los hijos inician sus propias vidas independientes, el nido vacío. La viudez. El cambio de actitud y conducta del cónyuge o pareja al extremo de encontrarse durmiendo con un o una desconocida. El desmedro de la situación económica. El alejamiento u olvido de los hijos. Obligar a los abuelos a dedicarse al cuidado de los nietos cuando aquellos han hecho planes para disfrutar el descanso después del deber cumplido. Se puede observar, señores candidatos, que en la enumeración de situaciones hay una sola mención al aspecto material y cinco desvinculadas del dinero. ¿Recuerdan a la señora que al comienzo de ésta habló de –más corazón que cerebro? ¿Concuerdan con que poner a tantos a hablar por y para nosotros no basta? No hemos mencionado a grandes grupos de adultos mayores. Los que no participan del festival de clubes apoyados oficialmente, aquellos cuyo lema es “Quédate en tu casa que nada te pasa”. Nos sentimos obligados a informar a los globalizados que el vocablo lema traduce slogan. Faltan los volcados a la fe religiosa. Están los que fueron indiferentes y cambiaron al final de su vida y los otros que fueron asiduos asistentes y se alejaron por dudas o decepciones. A estos últimos se les produce un vacío perjudicial. La enumeración es incompleta y la presentación no pretende representar a todos los adultos mayores, ya dijimos –somos seres humanos únicos e irrepetibles- Muchos tienen mucho que decir y es posible que esta modesta exposición sea el inicio de más decires.

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