viernes, 15 de agosto de 2008

La dramática historia de Lopez Lomong, una lucha contra la muerte ganada

*El abanderado de Estados Unidos vivió una dramática historia, en donde cuestiones políticas vinieron a destruir su infancia para convertirlo de un día para otro en adulto, una lucha contra la muerte que fue ganada. Un ejemplo que vale la pena destacar.
Al ver la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos capaz que usted se sorprendió al observar al abanderado estadounidense y se preguntó ¿por qué no pusieron a un deportista más famoso en el puesto?La respuesta a ésta interrogante es que la designación fue simbólica por donde se le mire. Que Lopez Lomong esté donde esté es un verdadero milagro. Es un canto a la vida, como decía el recordado periodista Julio Martìnez,que nos dejó a principios del 2008.
Lopez Lomong es su nombre occidentalizado,por decirlo de alguna manera, no es estadounidense de nacimiento sino sudanés.Su trágica existencia comenzó a escribirse el 1 de Enero de 1985, dìa en que nació en Kimotong, en el transcurso de la Segunda Guerra Civil Sudanesa. En 1991 sucedió el hecho que transformaría su vida para siempre. Una unidad del Ejercito de Libearación del Pueblo (rebeldes cristianos que combatían al gobierno musulmán que azotaba al sur del país) arribo a su montañoso poblado y, luego de separarlo de sus padres, se lo llevaron a un campo de entrenamiento para convertirlo en miliciano.
Ese objetivo no se pudo llevar a cabo, ya que nuestro protagonista tenía solamente 6 años, edad a la que no era útil para objetivos paramilitares, por lo que los soldados optaron por no alimentarlo y dejarlo en una choza a su suerte. Durante 3 semanas pudo sobrevivir gracias al puré de sorgos, una planta con la que se alimentan las aves, mientras sus compañeros iban muriendo de hambre. “Los miraba que se sentaban, se dormían y de inmediato moría”, recuerda el abanderado. El se dio cuenta que no podía sobrevivir en ese escenario, por lo que, junto a 2 de sus compañeros, decidieron escaparse. Luego de unos días de caminar descalzo a través de la sabana llego a un campo de refugiados en el norte de Kenya. Lopepe se transformaba así en uno de los cerca de 30.000 “niños perdidos de Sudán”. Sólo él pudo ingresar, sus otros 2 amigos, de 10 años, no los dejaron, ya que a esa edad el menor es considerado adulto.
Una década pasó en ese lugar, hasta que en el 2001 una familia de Siracuse (estado de Nueva York) decidió adoptarlo. Su destino le daba una nueva oportunidad. Al año siguiente se enteró que su madre y 3 de sus hermanos estaban vivos y residían en Nairobi, pero la vida y las circunstancias ya lo habían hecho emprender vuelo hacia Estados Unidos, tierra soñada para muchos. Sin duda que regresó a visitar a sus familiares al continente negro y empezó a apoyarlos económicamente. En Julio, Lopepe Lomona logró la nacionalidad estadounidense.
Su historia es el reflejo del sufrimiento a lo que son sometidos los civiles y especialmente los niños, que no tienen nada que ver con asuntos religiosos o políticos. En Sudán miles de niños terminan bruscamente su infancia, transformando a los varones en milicianos y a las niñas en prostitutas. Es hora que la comunidad internacional intervenga inmediatamente. La designación de Lomong ya es un paso.

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