*El dilema de los perros vagos es una de las mayores problemáticas de la capital de la Región del Libertador.
Rancagua al igual que otros lugares de Chile, tiene entre sus múltiples desafíos el dilema de los perros vagos, los cuales, según estimaciones de organizaciones defensoras de animales, suman “20.000 canes” (Henríquez Bazán). Este es un problema sanitario grave generado por la propia acción irresponsable de todos los habitantes de la capital regional, en distintos grados, (ya sea como causantes, al abandonarlos, o por la indiferencia frente al tema) en torno al cuidado de nuestros hermanos menores. Es por ello que ciudadanía y autoridades políticas son responsables de los cuadrúpedos presentes en las calles del pueblo histórico.
El envenenamiento de tres perritos de la Plaza de Los Héroes de la comuna puso nuevamente el tema en la pauta noticiosa local. Una realidad nacida a partir del individualismo de la gente de la ciudad, manifestado, por ejemplo, en la actitud de sus habitantes al ver a los canes moribundos en uno de los principales lugares de la comuna esa mañana del 4 de junio:“Como es característico, muchos miraron, pero pocos ayudaron: solamente dos mujeres se preocuparon de los últimos momentos de los cuadrúpedos, solicitando auxilio a los servicios públicos del sector, quienes si bien prometieron ayuda, nunca llegó” ( Caneo Meneses). El carácter comentado se expresa, también, en una serie de episodios más de la vida diaria en la zona: como la actitud de los apoderados del Instituto Ohiggins, los cuales al ir a dejar y a buscar a sus pupilos se estacionan en doble fila, dificultando así el tránsito de la avenida Millán, una de las principales de la ciudad histórica. Todas estas conductas vienen a confirmar el rasgo individualista de la gente del lugar, en el cual importa solamente lo material y luego los seres humanos, entonces si no respetan a sus propios congeneres ¿qué le queda a los canes? Claramente no hay espacio para sus derechos.
En ese sentido, la ciudadanía es responsable del asunto por ser la generadora del problema desde dos perspectivas. La primera de ellas es la no práctica de tenencia responsable de sus mascotas, es decir, preocuparse de satisfacer las necesidades del animal relacionadas con “alimentación, espacio y protección de las condiciones ambientales, limpieza y desinfección del lugar donde habita la mascota, cuidados sanitarios, cariño y respeto” (Sesma). La segunda es la indolencia frente al tópico, considerando el rasgo de ser vivo del can, cuestión demostrada en las palabras de Paula en el diario local El Rancahuaso:” Yo creo que se hacen mucho problema por nada, los perros son perros y nada más, yo por mi mataría a todos los que andan en la calle, son focos de infección y peligro, ahorremos plata para la municipalidad y exterminémoslos a todos. Así Rancagua no se llena de perros vagos.” (Caneo Meneses).
Por su parte, las políticas aplicadas por las autoridades correspondientes (gobierno comunal) han demostrado un fracaso absoluto en cuanto a resultados, pues responsabilizan a los otros de la situación sin preocuparse de cumplir su función. Según la normativa vigente, la municipalidad debe hacerse cargo de los perros de su jurisdicción, pero retirarlos le corresponde a la seremi de Salud de la regiòn, la cual solamente interviene cuando se detecta un caso de rabia. Asimismo, de acuerdo a la "Ordenanza para la protección y control de la población animal y en especial la canina en la ciudad de Rancagua" el municipio "podrá celebrar convenios de colaboración y apoyo con otros organismos e instituciones privadas o públicas para el control de la población canina callejera a través del control reproductivo (esterilización) y para la educación de la comunidad sobre la tenencia responsable de perros y animales en general y su trato digno" (Ordenanza 8). A lo largo de los años, el ente edilicio no ha tenido un programa guiador de los pasos para enfrentar y erradicar el problema sanitario hablado, pese a lo establecido en la normativa municipal: "Para la educación de la población en estas materias el Departamento de Medio Ambiente deberá elaborar anualmente un programa en el que se especifiquen los medios para lograr tal objetivo en los diferentes sectores de la población” (Ordenanza 8), lo anterior refleja la no prioridad de este tópico para quienes manejan los destinos de la comuna.
Para lograr terminar con la situación de los perros vagos es fundamental que las autoridades impulsen medidas cuyo propósito sea generar conciencia en la población sobre el cuidado de los animales. No se trata de acciones parche, como recogerlos canes y llevarlos a un canil en donde estarán hacinados y en dudosas condiciones. Deben atacar de raíz el asunto, eso significa esterilizar a las perras, pues sólo así se elimina la fuente de engendración de canes. Una iniciativa no demandante de grandes recursos municipales, considerando que al adquirir en grandes cantidades el precio por unidad baja considerablemente.
Por su parte, los ciudadanos, en especial los padres, deben inculcarles a los niños, desde su más tierna infancia, el carácter de hermanos menores de los animales en la sociedad, por lo cual merecen cuidado y respeto porque son seres con sentimientos. Al mismo tiempo es primordial la práctica de lo enseñado a los menores en el día a día por parte de los adultos.
En definitiva, mientras no se le tome la importancia debida al tópico analizado, en donde autoridades y ciudadanía asuman las responsabilidades correspondientes, los perros seguirán por las calles de Rancagua.
Citas y Bibliografía
Caneo Meneses, Luis Felipe. “Matanza de Perros Vagos en Rancagua, ¿A quién culpamos?”. diario El Rancahuaso.7 junio 2009.22 junio 2009. <>.
Henríquez Bazán, María Elisa.”Perros callejeros se toman la plaza “.diario El Rancagüino.22 junio 2009. < id_noticia="4780">.
"Ordenanza para la protección y control de la población animal y en especial la canina en la ciudad de Rancagua".Municipalidad de Rancagua.22 junio 2009. <>.
Servicio Metropolitano del Ambiente: unidad de zoonosis. “Campaña tenencia responsable de mascotas Santiago de Chile”. Gobierno de Chile. Santiago de Chile: 1998. pág 4.
No hay comentarios:
Publicar un comentario