lunes, 15 de marzo de 2010

Derrumbe de las casas, tras el Terremoto: ¿Hay o no cupables?

*Compartimos el dolor de esos seres que recibieron su ansiada vivienda para toda la vida, se había cumplido la gran aspiración de los modestos, ¡la casa propia!. Y duró menos de 20 años. ¿Búsqueda y castigo de los culpables?.Por Horacio Flores Serrano. Adobes, mezcla de tierra, agua y paja. Con estos simples elementos se levantaron viviendas y edificaciones destinadas a servicios públicos y comerciales que resistieron doscientos o más años el día a día, el paso normal del tiempo y todas las inclemencias, prolongadas lluvias, temporales, vientos que derribaban árboles y la larga lista de fuertes temblores y terremotos. Nuestros antepasados nos conversaron del de 1906 y nosotros hemos vivido varios, de memoria y en cualquier orden, el de Chillán, el de Valdivia, dos ¿o tres? en la zona central. Debemos reconocimiento y gratitud a esos lejanos constructores que proporcionaron viviendas espaciosas y confortables donde las familias se reunían aisladas de los fríos y calores excesivos y del ruido exterior. Fueron constructores que cumplieron con su deber, que se ganaron merecidamente el dinero recibido por su trabajo. Dieron lecciones que no se aprovecharon. Soy un viejo muy pesado, hago comparaciones incómodas. Como en estos veinte años se acostumbró a llevar todo a cifras estadísticas para convencernos que estaba muy bien lo que nosotros, bondadosamente, veíamos menos que regular, sugiero una estadística de las edificaciones realizadas en este lapso de tiempo, con uso de cemento y fierro en lugar de barro con paja, que en vez de 200 años, no resistieron 20 años. Para edificar los primeros, muchas veces debe haber sido suficiente tener en un papel un simple dibujo a mano alzada con las medidas en pies y varas y para los segundos una multiplicidad de planos limpia y elegantemente dibujados acompañados de especificaciones científicas y legales y que debieron ser aprobados por organismos fiscalizadores que, supongo, además de aprobar planos tendrían que vigilar su realización y dar una aprobación final. No puede argumentarse la extraordinaria violencia del sismo, también son muchos los edificios de cemento y fierro, más antiguos que veinte años y que salieron sin daños de la dura prueba. ¿Explicaciones? Si. son necesarias pero mucho más importante es la lección. Compartimos el dolor de esos seres que recibieron su ansiada vivienda para toda la vida, se había cumplido la gran aspiración de los modestos, ¡la casa propia!. Y duró menos de 20 años. ¿Búsqueda y castigo de los culpables? La angustia de haber perdido la vivienda que se creía para toda la vida no disminuirá con ello, la necesidad de recuperar el cobijo para si y para el núcleo familiar no puede ser satisfecha de inmediato, viene un período de angustiosa espera, acomodamiento a las circunstancias y ansiar que el aporte, la contribución de cada uno de nosotros sea eficaz y positiva. Y que quienes están al mando sean iluminados por Dios y aquellos que se han propuesto ponerles piedras en el camino no tengan fuerzas para colocarlas muy grandes. Como estas observaciones y conclusiones vienen de un ciudadano común y corriente me disculpo por adelantado si exagero y el dolor de quienes ahora tienen el cielo nublado y amenazando lluvias por techo, no es tal ya que ellos están disfrutando la aventura. Si estoy errado en afirmar que planificaciones, aprobaciones, ejecuciones y aceptaciones finales fueron delictuosas y los que faltaron fueron los otros, los que construyeron y sus obras continúan gallardamente en pie, reitero mis disculpas.
Falta algo. Debo agradecer a quienes construyeron mi casa y mi población, fue entre los años 65 y 70, las edificaciones, instalaciones de agua, luz y gas salieron incólumes de la durísima prueba. A veces es cierto que tiempo pasado fue mejor. También, por el bien de todos que el futuro comenzado hoy sea honesto, correcto, decente y eficente.

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