miércoles, 3 de febrero de 2010

Una Historia con la Pequeña Gigante

*Soñar no es malo, no daña a nadie. Si lo piensa con calma, quizás a usted le serviría producir un disparatito como este, lo apartaría un ratito de su rutina. Por Horacio Flores.
Fue bañada, vestida, luego cumplió una necesaria función fisiológica, hacer pis. Sus rojos servidores liliputienses repiten y repiten saltos, carreras, retrocesos y flexiones, son los músculos externos de la dulce marioneta. El entusiasmo del público contribuye con su agitada presencia a poner una contrapartida a la lentitud de movimientos de la muñeca.
Mauricio ha tenido que luchar defendiendo su postura en primera línea, esa señora gorda que está entre atrás y al lado cada cierto tiempo intenta desplazarlo, no lo va a conseguir, él tiene que salirle al frente a la muñeca para ofrecerle la hermosísima rosa roja y declararle su amor. No va a tener temor, -se asegura a si mismo, cumplirá su propósito, en 15 años nunca se había enamorado, ahora sabe que el amor es bello, obliga a ser valiente y decidido, la muñeca se irá de Chile y quedará en libertad para un nuevo amor pero sólo se sentirá conforme consigo mismo si realiza su propósito. Ya está más cerca, muy luego será el momento.
El avance de la marioneta se efectúa con la acostumbrada normalidad y repentinamente un muchacho corre a su encuentro alzando en su mano una rosa roja. El encargado de la vía libre corre a detenerlo y el muchacho lo elude y se planta al frente de su amada con su rosa en alto. Los Barrenderos del Desierto silenciaron su música, la muñeca que tendría que estar inmóvil ya que sus liliputienses lo estaban, dobló su cintura, estiro su mano, tomó la flor y le dijo, dulce y suavemente -Yo también te amo, Mauricio.
El muchacho corrió hacia la multitud gritando -También me ama, también me ama, y se perdió en ella. Hubo algunos desmayos, un par de personas cayeron de rodillas y todos los demás atribuyeron lo ocurrido a parte normal del programa. Los músico reanudaron sus tocatas, los liliputienses volvieron a sus esforzados movimientos y la pequeña gigante llegó al destino programado.
La Responsable para Chile del espectáculo, citó inmediatamente a la plana ejecutiva a una reunión, se pasó la filmación del increíble suceso, se escucharon algunos susurros -Dios mío y nadie rompió el silencio.

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