martes, 11 de agosto de 2009

Mi triste vida.

*La cambiante vida que tuvo una tortuga es lo que nos cuenta Constanza en su historia.Desde la preocupación por sus condiciones de hábitat a la despreocupación total por parte de sus dueños.

Fue una tarde de domingo en que yo estaba muy feliz con mis amigos y compañeros de acuario. De pronto llegaron dos jóvenes, una niña y un muchacho grande, y empezaron a mirarnos, les llamamos la atención, no nos quitaban los ojos de encima, y el muchacho le propuso algo a la pequeña niña, la niña sin pensarlo 2 veces miro su monedero e hizo un gesto con su cabeza como diciendo que si.

Luego fueron a buscar a una jóven que trabajaba ahí y le consultaron algo, que yo creo que era algo de alguna de nosotras, el precio, cuales eran macho o hembra, que comíamos. Etc.

Luego sentí que abrieron nuestro hogar acuático y metieron una mano, yo muy asustada escondí mi cabeza. Y no supe más hasta que de pronto estaba solo, en una caja, ya no era mi hogar, me asusté un poco y escondí mi cabeza, luego abrieron la caja y se asomó la misma muchacha que me simpatizó en mi hogar, cuando estaba con mis compañeros. Estuve aproximadamente 1 semana sin sacar mi cabeza. Después ya tomé confianza con mis amos y sacaba la cabeza y comía tranquilo.

Yo estaba feliz, en algún minuto llegué a pensar que era la tortuga más afortunada que podía existir, mis amos eran mi todo, me limpiaban, me alimentaban, me sacaban a tomar sol y a caminar.

Fue pasando el tiempo ya estaba más sucia, muerta de hambre, hace 2 semanas que no me sacaban, a veces pasaban 1 mes y semanas que no me limpiaban, estaba muy triste, mis ojitos no daban más, me ardían demasiado, ya casi no podía ver…

Hasta que llegó un día en que ya no vi más, no veía a mis amos, no veía la comida, chocaba con la roca, y estaba muerta de hambre. Ahí me empecé a intentar de escapar y así poder salir de ahí, salir y llegar a mi antiguo hogar, con mis amigos y compañeros de acuario, pero no lo logré, puesto que ya no veía nada y chocaba siempre, mi caparazón estaba débil, al igual que yo.

Pero al fin llegó mi hora, que fue lo más feliz de mi vida, puesto que descansé en paz, y me fui con otras tortugas volando al paraíso de las tortugas, el más hermoso.

Autora:

Constanza Gálvez Espinosa 8º año C.

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